10/01/2008

El término “capitalismo feminista” puede sonar doloroso para las feministas que se consideran de izquierda y, más aún, para las que se oponen a las bases del capitalismo. Pero, si se oponen al sistema, deberían abandonar sus intentos de buscar ser aceptadas por él. La lucha contra la discriminación en los empleos, por ejemplo, es la lucha para formar parte de la máquina productiva del sistema, de los patrones, los roles impuestos y la plusvalía; es decir, del capitalismo.

¿Abandonar la casa para estar encerradas en una oficina? ¿Cambiar al marido por el patrón? Esto es lo único que nos pueden ofrecer las reformas laborales. Mejorar las condiciones en los empleos no es otra cosa que mejorar el funcionamiento del sistema, por que ello no cambia su estructura matriz.

Son los derechos y los deberes los que nos oprimen. Ellos son los supuestos beneficios y los mandamientos que nos propone el sistema para mantenernos como peones en su tablero de ajedrez. Y como tampoco queremos ser reyes ni reinas hemos de despojarnos de los caminos trazados por los que el tablero nos exige desplazarnos: la igualdad social es un anhelo suicida. La codicia hacia la esclavitud asalariada a la que están sometidos los “hombres” se hace evidente. Las feministas suponen un colectivo oprimido de nuestra sociedad que desea convivir en asociación íntima con sus propios opresores.

Para recuperar nuestras vidas necesitamos oponer nuestras necesidades a todos los derechos que nos pueda ofrecer este sistema o cualquier otro, esto es actuar prescindiendo del permiso de las instituciones del patriarcado. No necesitamos la protección del estado, por más que su policía nos asegure no tocarnos ni con el pétalo de una rosa.

8/25/2008

El capitalismo y la globalización son lo mejor que le ha podido suceder al capital, la forma más adaptada a la civilización. Para la humanidad y para el resto de seres vivos, lo peor. A nadie le favorece pasar a formar parte del capital, de una gran cadena de engranajes. Todo se convierte en mercancía: no sólo los productos sino también los productores, que son convertidos en nuevos productos comerciables. En un mundo donde no sólo convivimos entre cosas sino también como cosas, un producto económico puede ser más importante que un individuo. La ilusión de la libertad le ciega y le obliga a perseguir esa calidad de importancia dentro del espectáculo mercantil: el individuo se convierte en cosa, es empujado a desear serlo para ser aceptado. El rey Midas es recibido con los brazos abiertos.

Aquellos que buscan el control de la riqueza y su distribución por medio de un ente separado de la sociedad (el estado) no quieren algo muy diferente de lo que buscan aquellos que ponen las manos en el fuego por quienes, en base a su capacidad intelectual, se apropian de la riqueza y la distribuyen como salario (jefes, patrones o sus intermediarios: sindicatos). Ambos siguen sumergidos dentro del mismo gheto ideológico. Sus objetivos son los mismos. Todos quieren gestionar la producción, pero mantenerla implica tolerar su autoridad: la división del trabajo, la especialización. Ello suprime cualquier posibilidad de libertad individual.

Las teorías que proponen un sostenimiento social basado en la producción económica sólo se diferencian entre si por ser unas más discretas que otras, por más que unas sean menos hipócritas que todas las demás. Lo único que nos pueden ofrecer toda esta clase de propuestas es un mejor salario o un mejor reparto de riqueza. Todas quieren conservar el botín preciado: el capital. Y no es eso solamente. Quieren seguir produciéndolo, sin importarles como se produzca este, o si a caso la producción sea el verdadero impedimento para la libertad de las personas.

El liberalismo es tan carente de libertad y conservador como lo son el comunismo de estado o el socialismo. Todos renuncian a la libertad cuando nos adjudican roles productivos, sea conservándolos (burgueses y proletarios) o aplicando pequeñas variantes (representantes de los proletarios y proletarios). Ni los explotadores ni los explotados pueden disfrutar de la vida y el placer, tan sólo de la miseria, la rutina y el aburrimiento.

Los roles impiden la libertad individual. Los roles son la renuncia a la experimentación y creación de cada instante de nuestras vidas. Asumir un rol nos obliga a repetir de manera continua determinadas conductas ajenas a nuestros deseos inmediatos, nuestros deseos verdaderos. La imitación es la carencia de autenticidad. Los roles nos aíslan de las personas que más queremos en los momentos que las necesitamos. En una sociedad mercantil encontrarnos con las personas que queremos y disfrutar la vida es un rol más, no una construcción autónoma de la vida. Es el tiempo de recreo que se nos regala por nuestro sacrificio y durante el cual –además- debemos estar pensando en que pronto debemos abandonarlo.

Si aceptamos los roles es por que ellos se adaptan a esta sociedad. Lo cual implica no desafiarla, sino querer mantenerla. Quien busca la libertad a partir de un rol, se está engañando, o nunca antes conoció la libertad y probablemente nunca la conozca. Conociendo lo que son los roles, ya sabemos hacia donde se está dirigiendo realmente.

En toda sociedad moderna existe una clara división del trabajo que implica una angustiante proliferación de los roles. Son beneficiados directamente aquellos que poseen los medios de producción, los demás, quienes no los poseen, son sus subordinados: sus esclavos asalariados. Los únicos beneficios posibles en esta clase de sociedades son económicos. La libertad es, en última instancia, un objetivo ficticio, una recompensa más, no una forma de vida.

Estos nuevos funcionarios de la policía de la realidad no están preocupados en si la productividad y el desarrollo interfieren y hacen mediocre la vida de las personas, principalmente por que no están preocupados en la vida de las personas sino en sus capacidades productivas. La forma como emplean su capacidad intelectual los instrumentaliza para producir instrumentos útiles para seguir instrumentalizando la vida. Pero la libertad no se puede obtener de una fábrica, ni mucho menos en un supermercado. Los problemas reales de la vida de las personas no se pueden obtener a partir de la resolución de problemas matemáticos. Si nos pasamos la tercera parte de la vida produciendo tecnologías, para suplir las carencias que ellas nos impiden realizar, el problema no será que las máquinas adquieran cualidades humanas, sino que los humanos adquiramos una vida de máquinas.

Si Dios fuese empresario, todos aquellos que defienden esta clase de teorías portarían una cruz colgada en el pecho. Pero, Dios no existe. Lo que existe es el valor simbólico del capital, que no es conservado en el pecho, pero si en sus mentes y bolsillos con una ferviente devoción. Quien no cumple los mandamientos del trabajo, no merece la vida y es sancionado o desterrado por los nuevos profetas del capital. Hay que ganarse el pan de cada día con el sudor de la frente, entonces. La vida deja de ser un juego espontáneo y libre y se convierte en espectáculo mantenido por la frialdad de la economía y la dictadura del reloj.

8/09/2008

Somos víctimas. Somos víctimas por que aceptamos serlo, por que siempre le concedemos un saludo esperanzador a todos nuestros verdugos. Y, lo somos, mas aún, cuando, siéndolo, intentamos negarlo. Lo negamos pero lo afirmamos acomodando nuestras cabezas en la guillotina, una y otra vez.

Somos víctimas, vivimos como víctimas, pero aspiramos a ser verdugos. O, al menos, -siendo sensiblemente incapaces de poder cometer crimen alguno- nos seduce tener su poder. En una vida de guillotinas, o eres víctima o eres verdugo. Y nuestro error, si, es culpar únicamente a los verdugos. No por nuestra incapacidad para serlo, sino por nuestra capacidad para ser víctimas. Víctimas y verdugos; quienes no tienen poder, pero lo ostentan, y quienes se lo han quitado, luchan incansablemente por lo mismo: tener el hacha de la guillotina sobre las manos y no sobre el pescuezo. Al querer ser todos verdugos, es necesaria la existencia de víctimas. Las víctimas también aceptan tal necesidad, por que piensan como verdugos. Pensar como verdugos nos condena a vivir como víctimas. A todos.

¿Qué es lo que nos ciega?, ¿dónde se encuentra el punto que nos aleja de nosotros mismos y perpetúa nuestros roles?, ¿quién nos los impone, somos nosotros?, ¿nosotros luchamos contra nosotros?, ¿somos víctimas y villanos para nosotros mismos?, ¿somos nosotros quiénes tomamos el hacha y desmenuzamos la piel de nuestro cuello sin quitar la sonrisa del rostro mientras la sangre se riega por el suelo, salpicando sobre nuestros zapatos, gota a gota?

Sí, es evidente que lo somos. Ya no podemos negarlo. Nuestro presente nos acusa moviendo el dedo índice con desprecio. Pero este presente, ahora que empezamos a conocerlo, nos dificulta cambiar aquello que somos, por aquello que queremos, cuando empezamos a despreciarlo. Nos obliga. Mental y física, individual y colectivamente nos tiene chantajeados. Y no deja de mover el dedo.

No somos nosotros los que viven, nunca hemos vivido más que dentro del vientre. El resto de nosotros, lo que somos en el presente, no son mas que nuestros cadáveres realizando movimientos mecánicos y repetitivos. El proceso de socialización nos ha desahuciado. En nuestro presente el objetivo que perseguimos es el de cavar nuestras propias tumbas. Y ya es muy tarde para ello, pero todos lo consideramos indispensable, pensamos aún contar con vida, pero aún así, en lugar de vivirla preferimos asegurar el futuro: la muerte. Es ese nuestro rol. Todos lo hacen, el miedo es quien obliga, por que todos quieren proteger la muerte a la que llaman vida.

¿Qué es lo que diferencia a la vida de la muerte? Que mientras se está vivo la respiración circula de manera espontánea. Los muertos respiran por obligación. Los muertos no están activos, pero son productivos y tienen una o más de una utilidad. Tienen utilidad para el mantenimiento de un ambiente gris, como el actual; no para cualquiera. Los muertos son indispensables para un cementerio. Y los cementerios son indispensables para los muertos. Ambos se satisfacen, se apoyan mutuamente. Los muertos expanden el cementerio y globalizan ambientes propicios para el espectáculo de la guillotina. La expansión del cementerio permite la existencia de más muertos, la guillotina se la niega a los vivos.

Cementerio y guillotina; quienes protegen a los muertos y quienes los producen, ambos parecen tener vida pero se encargan de acabar con ella. Su fecundación es la muerte: seres vivos son convertidos en objetos productivos obligados a mantener y reproducir su especie, cumpliendo una cadena de roles en complicidad con más objetos. Causantes de la muerte, del espectáculo y su aceptación. Ambos determinan la dicotomía verdugo-víctima y víctima-verdugo. Las solidifican. Aseguran las ataduras. Afilan el acero de la cuchilla. Colocan firmemente todos los implementos y se disponen al sacrificio. El mundo aplaude. El primero en aplaudir será el siguiente. El mundo sigue aplaudiendo.

7/30/2008

Antropocentrismo moderno

La búsqueda de la protección para la tierra es la acentuación moderna del antropocentrismo. Cuando un ciudadano común toma una perspectiva en favor de la tierra no está imaginando si quiera empezar una transformación en su forma de vivir, sino que tiene los ojos puestos todavía en su vida actual, es un perfecto realista, está con los pies en el cemento: “Necesitamos proteger a la tierra, por que de lo contrario, ¿a quién podremos dominar?, ¿cómo sobrevivirá la ciudad, nuestros lujos, nuestras comodidades, nuestra economía?”. Esto por que él sigue pensando que la vida consiste en la producción de mercancías. El ciudadano común considera que la tierra es una fuente de recursos, como lo es una fábrica, un conjunto de objetos más que existe únicamente a su servicio, que él es el dueño de todo. Así que no es raro que la destrucción de la tierra y el agotamiento de los recursos vitales para el mantenimiento de la ciudad sean temas que le preocupen. Lo cierto es que a los civilizados jamás podrá interesarles un cambio verdadero, por que un cambio verdadero implica que dejen de ser civilizados, y que absolutamente toda la maquinaria que ha sido producida por la civilización, todas las posesiones que los esclavizan, dejen de funcionar.

Y ellos no quieren que eso suceda, irónicamente están luchando para evitarlo. Ellos prefieren resolver algunos problemas de la civilización, los más visibles, los que moralmente son condenables en el propio lenguaje civilizado. Ellos dicen:

“Cerremos el caño, para que el agua (que le robamos a la tierra fértil y que modificamos para alimentar a nuestra ciudad que no produce más que cemento y plástico) no se agote. Plantemos más árboles (para que así podamos compensar los daños, tengamos prestigio y nuestra contaminación pueda seguir prolongándose. Obliguémosles a convivir rodeados de cemento, como adornos para nuestras grises ciudades). No tires papeles al suelo (por que eso evidencia el problema: esconde la basura en tachos, para que la ciudad se vea limpia, aunque no lo sea, y sea agradable estéticamente. Que sea un espacio deseable para vivir). Recicla (y cuanto más recicles nos evitas el problema de tener que deshacernos de la basura. Recicla, todo lo que quieras, pero nunca dejes de comprar, de seguir consumiendo. Eso nunca). No comas animales (pero consume productos –así no los necesites- que hayan sido fabricados a partir de su explotación pero que no lo hagan visible. Absolutamente TODO el sistema de producción está sustentado de la explotación: de la tierra y de todas las especies domesticadas, incluyendo la nuestra) consumirlos aumenta el agotamiento de agua (nosotros no somos los culpables, el culpable eres tú) los animales (tus mascotas) también sienten. Recuerda que cuando proteges la naturaleza estás protegiendo el futuro de tus hijos (y tus hijos serán el futuro de la futura sociedad civilizada, ellos también podrán progresar, la producción de máquinas podrá mantenerse y la sociedad industrial podrá expandirse ilimitadamente). Utiliza la bicicleta (entretente e imagina una vida sin coches, pero no olvides que debemos seguir produciendo tecnologías cada vez más depredadoras, estudia y trabaja para ello, incluso puedes acudir a tus centros laborales en bici) los médicos lo recomiendan, es saludable (y necesitamos que tengas un buen estado de salud para que sigas produciendo y consumiendo nuestros productos)”.

Esto es lo único que los civilizados, los ciudadanos más preocupados, generalmente grupos relacionados a proyectos por el cuidado del medio ambiente, nos dicen (y también lo que no, aquello que no suele revelarse, probablemente por la represión del conocimiento debida al temor al cambio o el hecho de ser vistos como incoherentes. Este aspecto, de la incoherencia, también es importante reconocerlo, por que nos insta a perseguir nuestros objetivos: no somos incoherentes por que nosotros lo deseemos así, sino por que la ciudad nos impone, de la manera más autoritaria y asfixiante, roles que son antagónicos a nuestros deseos y el desarrollo de la totalidad de la vida. La realidad no nos ofrece ninguna expectativa de vida, es opuesta a todo aquello que nosotros deseamos, merece ser transformada radicalmente).

Todos los argumentos, concientemente o no, de los ciudadanos están centrados en un objetivo común: mantener la civilización. Es lógico que para ello necesiten también que la naturaleza pueda beneficiarlos, ese es el único interés de la defensa del medio ambiente. En realidad, ellos están defendiendo SU medio ambiente, el que han creado: la ciudad. La civilización es un proceso destructivo, que tiene fin, ellos sólo quieren prolongar su existencia.

7/21/2008

Mira lo que tienes por vida: todas las rutinas, todas las obligaciones, todo lo que tienes que hacer para mantenerla, aunque no lo quieras. Todo lo que haces en contra de tu voluntad es todo lo que haces en contra de tí.

Tu vida real es una miseria. Por eso los momentos más bellos son aquellos que sueñas, pero ellos también son interrumpidos por que tienes que cumplir con los horarios que te han sido impuestos, y “vivir”, vivir una pesadilla.

Viajas cuando no lo deseas, hacia espacios que realmente te desquician pero viajas inmóvil, postrado en el asiento de un aparato que transporta a más gente, que no conoces, gente tan aburrida como tú. No hay posibilidad de dejar que la vida fluya por que todo está mecanizado. No hay posibilidad de crear caminos, por que el cemento se ha apropiado de todo.

Los tiempos libres son parte de las obligaciones y tus juegos son controlados por el reloj, y su sistema dictatorial, o por videojuegos que te mantienen aún más pasivo. Tu vida es un videojuego. Fíjate bien, en verdad no eres tú, todos tus movimientos han sido programados, tú sólo puedes apretar botones, detrás de una pantalla.

Sabes que odias esta vida, que no la quieres, que te estresa, y sabes también que aquello que amas realmente no te lo puede ofrecer la televisión ni los productos del supermercado, ni nadie más que no seas tú mismo. Sabes que no estás actuando como más quisieras, sino como exponen los roles de ciudadano modelo, que estás siguiendo un manual, roles y normas de conducta, lo sabes, sabes que no eres tú mismo.

7/13/2008

Espacios muertos

Todas las instancias de la vida están infectadas por el sistema: no sólo el tiempo del trabajo, sino también el de ocio, dentro y fuera de la cama y de la fábrica; no sólo culturalmente, en sus centros de domesticación y sus calles llenas de propaganda publicitaria sino también de manera práctica, en la vida cotidiana, con seres vivos vendiéndose unos a otros, cumpliendo roles y facetas, defendiendo objetos y conviviendo como si también fuesen objetos; no sólo con lo que se piensa, ni con lo que se pretende, sino también con lo que se hace, incluso hasta cuando se fracasa, cuando la gente no se adapta, lo lamenta, y busca la forma de ser un bombero del sistema para resolver sus problemas. Aunque unos lo oculten más que otros, todos los caminos están destinados a lo mismo: Producir para el sistema. Nadie quiere parar. Se puede llorar, se puede morir, se puede incluso dejar de sentir, y de eso se trata, pero nunca dejar de producir, nunca dejar de progresar, de trabajar, de acumular, de comprar, de poseer, de vender, de adquirir estilos de vida, de planificar rutinas, de controlar cada minuto de una vida ya muerta en lugar de crear situaciones jamás conocidas, en lugar de sentarse y mirar simplemente como el color del cielo cambia, o de levantarse y experimentar lo que es correr sin mayor expectativa que la de sentir las aceleraciones del pulso, de flexionar el cuerpo, de ver más gente corriendo alegremente y transpirar con ella. Pero no. Hemos elegido dejar de crear caminos para subir al autobús y dirigirnos a los mismos destinos de siempre, hacia los mismos lugares, con la misma gente, en busca de lo mismo. Esta vida no es más que una repetición de situaciones. Sólo se respira trabajo y consumo. Vivir ya no es satisfactorio, estamos obligados a respirar.

Bajos estas condiciones ningún suspiro de libertad es posible. Ningún rincón del sistema puede ofrecer más que opresión y aburrimiento, ninguna alegría, sólo odio, rabia y deseos de acabar con cuanto muro se presente. Nada. Un policía sonriente también merece ser golpeado, hasta que se quite la máscara. No existe un solo lugar donde pueda respirarse, donde pueda sentirse un aroma de libertad, al menos no del modo como nos los presentan, pero puede gozarse de momentos, sólo aquellos que crea uno mismo, de situaciones creativas, cuando estos espacios, aquellos que más se odia, son transformados en aquellos que más se aman. El sistema no nos puede ofrecer un ambiente propicio para vivir, menos para combatirlo, somos nosotros quienes hemos de crearlo. Empezamos con nosotros mismos, con nuestros propios cuerpos como espacios dispuestos a experimentar sucesos eróticamente revolucionarios, como paraísos sin fronteras donde se conspiran las futuras ruinas de Babilonia. Desde dentro, todo lo que nos queda, lo que queremos ofrecer a quienes intentan organizar nuestras vidas y proteger nuestros cuerpos: vómitos incontrolables que desaten la insurrección.

5/27/2008

La vida, aquella apasionante travesía llena de todas las posibilidades, de exploración, de creación. Aquel sueño ininterrumpido que se escribe con cada latido del corazón, con cada beso robado en la oscuridad, con cada espacio mágico por donde se deslizan los rostros de los niños salvajes, sus travesuras y sus risas.

La vida, desafiante, rebelde, danzante subversiva, sorpresiva, encantadora comediante que se disfraza de viento y que viaja por nuestras venas, que nos refresca, que nos calienta, que nos seduce para seguir viviendo, sin pensar en ella; que nos regala el aire, el fuego y la primavera.

La vida, nos abraza mientras se pierde en el mar, jugando con la luna, con el brillo solar, mientras corre sobre la hierba, sin dirección aparente, mientras rompe las cadenas, las cadenas de las mentes. La vida, traviesa y ebria, esconde los tesoros que jamás serán encontrados, en los bolsillos rotos de piratas, en los dientes de corsarios.

La vida, dulce bestia que nos llena la piel de mordiscos amorosos, que susurra y conspira durante las noches prohibidas de la ciudad máquina, para quitarle las pilas a los relojes, para burlarse de sus pésimos imitadores: amantes de la fábrica, asesinos de sueños y aburridos trabajadores.

La vida es la la hierba que crece sobre el asfalto, los ludditas que sabotean las máquinas, los árboles que caen, pero encima de los supermercados. La vida eres tú, cuando dejas de ser cosa, cuando te quitas las esposas, las cadenas que te atan, los precios, las marcas, el código de barras.

La revolución...

La revolución es un acto voluntario. Aquel que obliga a otro a realizar una acción en lugar de hacerla por si mismo, o aquel que lo hace en representación de otro, niega la posibilidad de inicar Revolución alguna. La revolución es un acto contra toda forma de obligación y obediencia.

Ya no se trata del reconocimiento de la historia como un ente de dominación que se encuentra por encima de los individuos, que han de cumplir los roles inmutables designados en el pasado, sino de su transformación en el aquí y ahora.

Ya no se trata de la tarea revolucionaria, de la lucha social, como algo separado de la vida, como un trabajo enajenado, correcto y disciplinado o como una aburrida profesión, se trata de la vida misma, de recuperarla y hallar placer a cada momento que vayamos creando.

Quizás incluso sea una cuestión existencial: Lo que el sistema nos quita no son solamente lo que producimos, sino la vida que se nos va produciendo; entonces la revolución no es una simple reapropiación de productos, del control de medios de producción, sino de la recuperación necesaria y desesperada de nuestras vidas.

5/15/2008

Contra la Paz

Hoy, al igual que ayer, se cuestiona la existencia de guerras entre países, pero no se cuestiona la guerra entre seres humanos dentro de cada país. Ni si quiera se cuestiona que la división territorial, las naciones y las patrias, son producto de las guerras y que mientras existan no harán otra cosa que seguir promoviéndolas (dentro o fuera de los límites que impongan).

Quien pide paz dentro del sistema, quien pide paz al gobierno, se lo está pidiendo por que precisamente son estos quienes se sostienen en base a la guerra y su autodeclarada autoridad para utilizarnos como fichas de ajedrez en sus múltiples tableros de producción, pero sobre todo, se está negando la oportunidad de declarar la guerra a sus verdaderos enemigos: aquellos que le imposibilitan no solamente la paz sino la Libertad y le condenan a la más miserable sumisión de tener que mendigarla.

Esta búsqueda desesperada por la paz no es otra cosa que producto del miedo que esconde una vida de constante frustración y delegación de cada decisión de la vida a la autoridad, al padre con el látigo en la mano, al profesor o auxiliar con el registro de notas como chantaje, al psicólogo con el título y sus años de estudio de salud mental, al cura con su Biblia, sus prohibiciones y penitencias. Todos reflejan al policía, ante el que nos vemos obligados a bajar la mirada y desprender sudor de la espalda, con todas sus armas, leyes y cárceles que lo posicionan como un ser todopoderoso capaz de resolver los problemas de los demás y sin el cual sería imposible vivir. Cuando defendemos la paz, estamos defendiendo la paz que nos puede ofrecer un policía armado. ¿Alguien se traga ese cuento? Seamos sinceros: la única paz posible es matar al policía.

Para matar al policía, antes debemos acabar con el miedo que este ha creado para mantenerse. Perder el miedo significa dejar de pedir, abandonar todo aquello que nos mantiene atados a una serie de conductas fijadas e inmutables. Perder el miedo significa cuestionarlo todo, empezando por uno mismo, hasta matar al policía que vive con nosotros, que está reprimiendo nuestros instintos y deseos, ese policía podemos ser nosotros mismos. Perder el miedo hará que le declaremos la guerra a la paz.

Esta guerra no ha de ser realizada en ninguna fecha próxima, tampoco como consecuencia de una serie de discusiones burocráticas en función a desacuerdos de autoridad a autoridad. Esta guerra no busca apropiarse de nada, sino precisamente perderlo todo, empezando por el miedo impuesto por la cultura. Esta guerra tiene como bandera la muerte de todas las fronteras y como armas nuestros propios cuerpos. Esta guerra es la reapropiación de nuestras vidas.

5/09/2008

¡No pedimos nada!

No queremos elaborar, proponer, ni pedir mejores leyes. Tampoco pensamos que su incumplimiento sea el causante de la tragedia de nuestras vidas. Queremos –en el mejor de los casos- que no existan. O –en todos los demás- que sean desobedecidas, boicoteadas, ironizadas e incumplidas por cuanto impidan el desarrollo de nuestros deseos de libertad y alegría de vivir.

Ninguna nueva ley cambiará nada. Vivimos el mundo de las leyes y estas no funcionan. Y si funcionasen sería en contra de nuestra voluntad, al igual que hoy, de la manera más arbitraria o con una sociedad completamente hipócrita. Si las leyes funcionasen, sería en favor de si mismas o de quienes las manejan, no de nosotros. El cambio consiste en lo opuesto a lo que se busca comúnmente, es decir: en acabar con todas las leyes. Tampoco hemos de olvidarnos de quienes las manejan, de qué modo son distribuidas y asimiladas por la población, pero sobre todo los fines que persiguen.

El gobierno no puede aceptar ninguna ley que lo declare abolido. El sistema no se puede combatir legalmente. Legalmente sólo puede esconderse, ocultarse, mostrarse con nuevos disfraces, mutar cínicamente, acomodarse sin perder sus beneficios, maquillarse; ya que todas las leyes, y sus reformas, son armas del sistema.

Cuando defendemos las leyes como arma de transformación social es que, en realidad, estamos defendiendo nuestras cadenas. Queremos hacerlas más bonitas, más livianas, menos pesadas. Engañarnos. Fingir que algo cambia fuera, mientras todo sigue teniendo dueños y continuamos siendo acosados por la economía, obligados a pagar para vivir. Celebrar por una fiesta ajena, celebrar la participación voluntaria de nuestra propia esclavitud, la garantía de vivir en paz dentro de nuestras propias tumbas.

Pero no sólo eso. Cuando defendemos las leyes nos convertimos en piezas útiles para el rompecabezas social, económico y militar de quienes las manejan. Nos colocamos del lado de nuestros enemigos y sus instituciones de aburrimiento burocrático o decidimos barrer a algunos de ellos, únicamente por su condición simbólica y mediática, con sus propias escobas: Estado, Patria y Religión. La verdadera función de todo estado no puede ser otra que mantener el control de la población a través del miedo. La diferencia entre uno fascista y uno democrático es que uno es muy descarado y otro muy hipócrita. Al igual que todos aquellos que los defienden.

5/03/2008

Quiero ser tu víctima.
Víctima de tu seducción, de tus crímenes impúdicos,
de tus mordiscos que me pausan el pulso, o lo aceleran,
que me ponen en estado de emergencia.

Quiero que me dispares con tu saliva,
sentirla deslizándose por toda mi piel.
Que me destruyas sublimemente
con todas las armas posibles
y perdernos en todos los lugares de la ciudad
para extraviarlos, para revolucionarlos.

Que me asfixies con tus besos,
con tu sombra provocativa hecha carne multicolor,
mientras las flores caen sobre mis ojos,
sobre tus alas extendidas.

4/27/2008

Este primero de mayo lo reivindicaremos lanzándonos sin miedo, y con desenfreno, al vació. Ese vacío que extrañamos con tanta ansiedad, y que nos es impedido cotidianamente, está lleno de besos y mordicos deseosos de ser compartidos en un cama gigante hecha ciudad/huerto, entre sábanas rotas y disfraces eróticos u hojas frescas cayendo mientras la tierra tiembla seduciendo nuestro contagiante salvajismo delictivo. La noche del sexo nos espera, a cualquier hora y en cualquier momento, pero en esta oportunidad con este detalle que amenizará la situación.

La lucha es larga, así que vamos meneando las caderas, seducidos por el pecado, la perversión y el amor criminal. Nuestras cuerpos se precipitan y sudan, nuestras sombras bailan como mariposas aleteando fuera de las jaulas, generando destellos de sensualidad que se pierden por todo el mundo. Lo que se pierde nunca se desperdicia. Nuestras pasiones no tienen límites, ni dueños, así que perdámonos. Cerremos los ojos a la vez, presionémonos las manos fuertemente, abracémonos y desgarrémonos la piel con los dientes apretando. Y perdámonos. Perdámonos en el vacío, una y otra vez, acompañados de nuestros secuaces y seamos víctimas del libertinaje.

Incitamos practicar delitos lúdicos para acabar con el aburrimiento que ordena la ciudad. Haremos el amor con nuestros compañeros y la guerra a nuestros patrones. No permitiremos que nos pongan límites, ni en nuestras mentes ni en nuestros cuerpos. Nuestros deseos son incontrolables. No solamente vamos a salir a la calle, si es que salimos, incluso también podríamos entrar pero nunca quedarnos quietos, sino que vamos a recuperar nuestras vidas, sin pedirle permiso a la policía y alejados de la náusea producida por las rutinarias manifestaciones ordenadas y disciplinadas.

La líbido está desesperada y no quiere mejoras laborales, ni adaptarse al sistema de ningún modo, sino acabar con el empleo y las horas de trabajo. Eros le coloca una barba al patrón y le introduce el dedo en el culo, pero no quiere nada en retribución, excepto la desaparición de la mercancía, sabe que la belleza está fuera del discurso sindical y que la Libertad ha sido maquillada y convertida en una vieja prostituta con quien todos quieren acostarse, por quien todos quieren pagar. Ya no queremos vender nuestros besos. Róbennoslos. Recuperemos el amor, el placer revolucionario.

4/22/2008

TP in the schooll!

Envía cartas anónimas de denuncia por aburrimiento juvenil dirigida a autoridades de centros educativos, o a tus propios compañeros. Pega comunicados de clausura, de hipoteca o, incluso, de subasta, en las puertas de ingreso o impide que sean abiertas colocando un candado de llaves extraviadas. Durante evaluaciones presenta exámenes vacíos, o responde con preguntas, pero difunde trucos sencillos y eficaces para plajear colocados debajo de carpetas y en las puertas de los siempre confidenciales servicios higiénicos. Demuestra tus dotes teatrales para conmover al auxiliar y simula estar enfermo para que te permitan salir de la escuela, o en casa, para que no te despegues de la cama. Seduce al resto de estudiantes para que dejen de serlo, alardeando de lo maravilloso que es disfrutar del tiempo sin horarios, condiciones, prohibiciones ni profesores tan estresados como quienes tienen que sufrir sus tareas. Demuestra la inutilidad de las clases e incluso la del inoportuno recreo y de otras tantas obligaciones y asfixiantes técnicas de motivación.

Liberarte de la escuela no te libera de la vida fuera de la escuela, que es aún peor. Puedes liberarte del aburrimiento y empezar a tomar la rienda de tu vida, pero nunca dejes de ser pretensioso, inconforme y provocativo. Ello será lo que te motivará a continuar sonriendo con todos los demás piratas de la tribu, incluso sin que los conozcas, dentro o fuera de las paredes de las instituciones de sufrimiento.

Inspirado en las conversaciones con “La monjita sin calzón”.
Info relacionada: http://escuelasenllamas.blogspot.com/

4/10/2008

Tal vez Durruti llevaba en el corazón
un mundo viejo.
"No tenemos miedo a las ruinas. Los obreros hemos construido los palacios y ciudades de España y América, podemos volver a hacerlo. La burguesía podrá hacer saltar en pedazos su mundo antes de abandonar el escenario de la historia, pero nosotros llevamos en el corazón un mundo nuevo y eso mundo crece a cada instante".

Para que el mundo nuevo no se quede encerrado en nuestros corazones, es necesario destruir el “mundo viejo”. El mundo viejo interno que habita en los seres humanos no se creó por si sólo, sino que es parte del mundo viejo exterior actual. No podemos liberar nuestro mundo nuevo por que el mundo viejo nos lo impide, para bien o para mal, el mundo viejo no morirá solo. Debemos atacarle hasta que no quede rastro de él. No sólo no le tememos a las ruinas, sino que les esperamos ansiosamente para desarrollarnos sin impedimentos, ni planificaciones previas. Mientras el humo adorne el festival anárquico, descansaremos y haremos el amor encima de ellas. Serán las ruinas del sistema, de sus fábricas, de su progreso, no las nuestras. Ya no querremos reconstruir una mierda del mundo viejo.

No necesitaremos más palacios, ni ciudades espectaculares; pues ambos tan sólo sirven para garantizar el mundo viejo, por tanto tampoco no sólo no necesitaremos patrones nunca más, sino que tampoco obreros que reconstruyan el mundo viejo. Matemos al obrero del mundo viejo que tenemos dentro y seamos niños desobedientes que no se toman nada con seriedad, sino que hacen su propia vida ahorcando el aburrimiento heredado por la historia impuesta. Que la diversión y el placer sean los medios para alcanzar la libertad. Y que la libertad sea el medio para lograr la diversión y el placer, también.

El mundo viejo crece a cada instante.
Esta creciendo ahora, mientras hablo con vosotros.


Los individuos se han convertido en instrumentos que respiran, no para vivir, sino para trabajar. Salarios, horarios, condiciones de trabajo, productividad, competitividad, rentabilidad, progreso, industrialización y miles de adjetivos continúan la aburrida y extensa lista de zancadillas que impone el sistema mediante el trabajo. Hemos nacido para vivir en libertad, y posteriormente morir con una sonrisa en el rostro, no para trabajar y morir del cansancio. El viejo mundo se fortalece y desarrolla por cada obrero que se frustra moviendo una palanca o por cada supermercado que es recibido de brazos abiertos en tu ciudad para fomentar nuevos empleos y más producción. No importa la lista de pretextos que tengan bajo la manga. No les creemos ninguna de sus palabrerías, lo único que queremos ver de uds. son sus cadáveres y convertir sus centros de consumo en cementerios.

Registro Re-créate, pendiente desde 22/09/07

3/30/2008

Imagina que tienes un tumor en el estómago. El médico te entrega el diagnóstico: ha descubierto que es un tumor benigno pero, a pesar de no aparentar mayor riesgo, hay que extirparlo de tu cuerpo; de lo contrario, podrías complicarte más. Y no quieres que eso pase. Ya te basta con tener que oír nombres extraños de los medicamentos que tendrás que comprar para tu tratamiento. No tienes idea de lo que sucede en tu organismo, tampoco te interesa averiguar nada, lo más simple es dejar que el médico resuelva todo. Él es el especialista y tú el enfermo. Caso cerrado.

No te importa que causó el tumor. No te interesa buscar explicaciones. Lo único que tiene sentido, lo más simple es extirparlo. ¿Para qué llenarse de más preocupaciones? Ya es suficiente con la miseria cotidiana de la cual no quieres escapar. El tumor ha sido identificado, es visible, es notorio, en realidad no hará daño, hay que extirparlo ya, y punto. Entonces, nada, ya no lo tienes más. Te lo extirparon. Lo mejor de todo es que tienes toda la confianza de que, en caso de que uno nuevo se reproduzca, el médico podrá volver a extirparlo. Y sí, sabes que es muy probable que vuelva a ocurrir. Y bueno, ¿qué? nada de miedos, ya está todo resuelto.

1. Sistema

El sistema es un organismo enfermo, produce enfermedades en los órganos. En todos. Los hace trabajar al límite, en contra de su voluntad. Los obliga a cumplir roles, funciones inútiles, cada vez más incomprensibles. Pero, también tiene la capacidad de generar paliativos y medicamentos para convencerlos. No importa el modo, la meta es que los órganos trabajen hasta enfermarse, para luego curarlos y que sigan enfermando.

2. Policías

Los médicos no están dispuestos a generar la salud de los órganos, sino la del sistema. Sin médicos, los órganos que mueven el sistema habrían muerto o tendrían un estado que les imposibilitaría continuar trabajando para el sistema. Los órganos dejan de funcionar cuando enferman, entonces los médicos se encargan de matar la enfermedad, pues también se dedican a estudiarlas. Las conocen muy bien. Pero a pesar de saber que es el mismo sistema el que las genera, no se oponen a él. Sin enfermedades, los médicos no tendrían razón de ser. Si ellos existen, existen para defender al sistema.

3. Instituciones

Los órganos forman parte de la estructura vital para el sistema, cada uno forma parte de un sistema independiente, pero lo común es que todos apuntan al mantenimiento del sistema. Hay unos más prescindibles que otros. De modo que al, por ejemplo, solamente fallar el sistema respiratorio, la totalidad del sistema, el organismo entero podría verse afectado. Curiosamente, los más básicos son también los más sencibles, pero los médicos trabajan en ello.

4. Sociedad

Las enfermedades siempre han existido. Inconcientemente, las actividades del sistema las producen, así que no suponen un problema real. Si están, pueden morir. Y además el sistema se encarga de convencer a los órganos de la necesidad de combatirlas y despreciarlas. No obstante, es inevitable que existan; aparecen luego de una acumulación de energía y se concentran en un sólo bloque, son predecibles, conocidas, estudiadas, lo cual facilita la labor de los médicos.

* Caos

Las enfermedades pueden ser contagiosas y desestabilizar al sistema. Lo son cuando rompen con los roles tradicionales, cuando innovan y dan golpes en los órganos más sencibles. Mayormente son desconocidas, eficacez y temporales, también enferman a los médicos. Nunca se saben donde están exactamente, no se les puede registrar. Y si se les registra, están en todos lados, de modo que al acabar con una se genera otra. Han perdido toda esperanza por el sistema, no quieren organizarlo de ningún modo, ni establecer un nuevo sistema. Estas son las enfermedades del Caos.

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La masa es el motor del sistema. Masas de obreros produciendo mercancías, o educando, enfermando y curando para que otros las sigan produciendo. Masas de policías en nuestras calles, en las fábricas, en nuestras casas, entre nosotros. Bolas del engranaje capitalista disfrazados de humanos. Cuando la masa se "desorganiza", o se autoorganizan pequeños grupos o individuos para conseguir sus verdaderos deseos, el sistema entra en pánico, en crisis, se desequilibra. Por ello, siempre buscará la manera posible de homogeneizarnos, de ordenarnos, de suministrarnos roles, funciones y supuestas alternativas de acción para seguir alimentando a las masas de la manera más cómoda y democrática, de convencernos en que vale la pena seguir sus pautas establecidas y al fin y al cabo seguir produciendo.

La "revolución" a manera de masa es demasiado previsible. Es inútil. Cuando presentas los síntomas de tener un cáncer en el estómago es fácil reconocerlo y amputarlo. Cuando las juventudes rebeldes se unifican, se concentran en un solo bloque es igual de fácil acabar con ellos. Hay muchas otras formas de generar el caos y recuperar nuestras vidas, de ello se habrá de aprender en la misma vida cotidiana, en todo momento sin excepeción alguna, pero sobre todo fuera de los ordenadores.

3/24/2008

Teenage Jesus & The Jerks "Orphans"

Pequeños huérfanos corren a través de la nieve sangrienta,
Pequeños huérfanos corren a través de la nieve sangrienta.
Pequeños huérfanos corren a través de la sangre,
a través de la sangre, a través de la sangre.

No más tobillos, no más ropa.

Pequeños huérfanos corren a través de la nieve,
pequeños huérfanos en la sangre,
en la sangre, en la sangre.

3/15/2008

¿Tomar los medios de producción?

Tomar los medios de producción sería realmente lógico si también lógico fuese todo aquello que se produce actualmente. Antes que nada, habría que agregar que la producción compulsiva es necesaria para el sistema, es vital, aquello que lo sostiene. Sin ella este no podría existir. Y según como se han desarrollado las condiciones de vida dentro del sistema ni si quiera las tres cuartas partes de lo que se produce globalmente se sitúa dentro de lo que podemos decir que es “una necesidad”, pues casi todo lo que se fabrica no pasa a ser más que consecuencia del sueño capitalista de tener todo el mundo bajo control y una vida cada vez más “simplificada”.

Y hoy, a pesar de todo el avance tecnocrático, la calidad de la vida, los objetivos de las personas, sus sueños, son mediocres. A menos que nos reafirmemos en la necesidad de mantener el sistema de producción que hoy nos oprime habríamos de defender sus componentes materiales.

Como una forma de satisfacer una necesidad inmediata, y no como un proyecto a largo plazo, para la eternidad de la vida ni como un sueño idealizado, me parece que la autogestión puede tener validez. Incluso hoy mismo, no podemos autogestionar nada más que lo necesario para alimentar la destrucción del sistema.

En cualquier sociedad en la que convivamos necesitaremos, a menos que no nos importe morir, básicamente, dos cosas: alimentación y vestido. Lo cual se puede desarrollar con facilidad, alegría y creatividad bajo la práctica del “Hazlo tú mismo” o la llamada autosuficiencia, obviamente sin negarse la posibilidad de agruparse con los amigos y amigas más cercanos. Para ello es indispensable transformar la urbe (“Debajo del asfalto está la playa, la naturaleza”, Mayo del 68), ya que con lo que se produce en ella lo mejor que podemos conseguir son productos de cemento y plástico, pero no alimentos. Aunque lo más inteligente sería abandonarla, a menos que pretendamos seguir explotando a las comunidades de la sierra ofreciéndoles la misma idea de progreso extendida por las grandes corporaciones de hoy.

Habiendo cumplido estas necesidades primarias por nosotros mismos tenemos tiempo y espacio para desarrollar la variedad de actividades que más nos plazcan, aunque la idea es que estas formen parte de nuestras vidas y no algo separado de ella, como un castigo, como es hoy (está demás indicar que hablamos de una comprensión de la realidad desde una perspectiva libertaria y no de una forma de diversión característica de un policía).

A todo esto podríamos llamarle autogestión. Ya que no existe propiedad privada y tampoco ninguna institución u organización mediadora de las actividades que se desarrollan a voluntad. Cuando tomamos el control de nuestras vidas directamente ello es imposible. Y para esto no se necesitan fábricas, horarios, ni control del medio ambiente, sólo intentar devolverle un estado óptimo que sea útil para reconectarnos con la vida. Obviamente hoy todo ello está en las manos de las instituciones y grupos de poder y además ha sido transformado para la producción de mercancías, la idea es que no le pertenezca a nadie, que no hayan más dueños, que no haya más mercancía.

3/14/2008

"¡Qué locura es el amor al trabajo!
Qué gran habilidad escénica la del capital, que ha sabido hacer que el explotado ame la explotación, el ahorcado la cuerda y el esclavo las cadenas."
A. M. Bonanno

Con la soga al cuello. Vivimos con la soga al cuello. La sentimos en cada momento de nuestras vidas, aunque queramos no tenerla nunca. Y cuando no la sentimos, estamos pensando en ella. Pensando en que pronto nos sujetará con más fuerza y que, otra vez, tendremos que acomodar el cuello. O, de lo contrario, hacernos cuenta de que nada pasa. Y morir. Pero, tampoco. Tenemos tanto miedo a la cuerda que nos ahorca, a quitárnosla de una buena vez, como a la muerte que puede provocarnos. Estamos indecisos, mientras la cuerda nos sujeta todo el cuerpo, escogiendo lo que nos parezca mejor: una vida similar a la muerte o la muerte misma. Pues las ataduras no nos pueden ofrecer otra cosa.

El tiempo pasa y la cuerda aprieta con más fuerza, entonces el sudor se desprende de nuestra piel. Nos preocupamos. Temblamos. Empezamos a pensar con desesperación. Estamos a punto de estallar, nuestras venas están cargadas de odio y la sangre empieza a desbordarse. Pero, la cuerda se aliviana. Y, aún con miedo y dolor, le sonreímos. Entonces preferimos dialogar con ella. Nos arrodillamos. Le pedimos que nos trate con cariño, que queremos que nos ahorque en paz. Y el trato está hecho. Incluso, ante su altanera posición, le aplaudimos solemnemente y nos miramos al espejo con desprecio. Lo escupimos. Nosotros somos los reprochables culpables y la cuerda, víctima de nuestra intolerante supervivencia.

Finalmente entendemos que debemos olvidar todo lo sucedido, pues ello puede ser peligroso, y retomar nuestras vidas. Asistimos a un psicólogo y este comprende que la cuerda es el problema. Entonces nos recomienda una cuerda nueva, una más flexible y de un color que nos ayude a llevar la vida con optimismo. Prendemos la televisión y todos los anuncios están dirigidos a la venta de cuerdas. Todos los precios, colores, sabores, diseños y tamaños. Buscamos una adecuada para el trabajo, la más decente. Y también para la casa, para pasear, para estudiar, para practicar deporte, para tener sexo, para comer y para dormir.

Visitamos lugar tras lugar, pero siempre con la soga en el cuello. Incluso viajamos lo más posible con la intensión de que nuestras sogas sean reconocidas, pues ello da fe de nuestras buenas costumbres, de nuestra cultura. Toda la gente nos mira con aprecio. Y nosotros también, siempre que lleven las sogas bien sujetas al cuello. Las preocupaciones y el progreso humano están dirigidos a la fabricación de cuerdas más seguras, higiénicas y tecnológicas. Estamos orgullosos de ello. Orgullosos de nosotros, orgullosos del mundo entero, pero, sobre todo, de nuestras propias sogas. Hemos aprendido a convivir con ellas, a amarlas.

3/09/2008

Esto no es un aviso. Es un conjunto de líneas organizadas. Y yo soy un gran mentiroso. Siempre miento. En serio. Siempre lo hago. Para empezar, no me interesa empezar bien este escrito. Y tampoco que sigas leyéndolo. Lo único que me interesa es escribir. O quizás no, probablemente sea cuestión de impulsos. Con toda sinceridad, esto no te va a llevar a ningún lado. Y espero que tampoco sea eso lo que busques. Mejor ve a algún otro lugar y haz tu propio camino o destruye algún otro. Que es lo mismo. Pero, no, no. Ni lo intentes. No busques comprender nada. Esto no es una poesía. No estoy utilizando metáforas, ni jugando con las palabras. No estoy buscando nada. Pero tú si, por lo que parece. Suéltate. Olvida el significado de las palabras. No estoy proponiendo que le inventes nuevos significados a las cosas. No. Ya no más diccionarios. No olvides lo que sabes. Pero, cuanto menos, desconfía de todo lo que haz aprendido. Todo puede ser mentira. Incluso, lo que yo te digo. Hasta lo que no te digo puede serlo. Toda mentira puede ser una mentira. Si confías en todo, ten en cuenta que todo puede ser un engaño. Pero, que no importe. Ahora no. Sabes que cualquier cosa puede ser falsa y que cualquier supuesta comprobación puede equivocarse. Todo puede fallar. Qué problema hay. Basta de querer tenerlo todo controlado. Nada de eso. El primer ser que busque la perfección es imperfecto. Pues la propia afirmación de su búsqueda, lo demuestra. La felicidad no es un fin a conseguir, sino la forma en como se consigue todo lo que fluye. Puedo mentirte, si. Pero, lo dicho. Que no importe. No me creas. Pero también desconfía de ti. Que todo fluya. Olvida toda clase de esperanza, todo objetivo que te impida realizarte. Tu realización es el objetivo. Despreocúpate. Puedes morir. Pero que el vano intento de no morir no te impida vivir. No te puedes aferrar a una vida mediocre. Simplemente vive. Y morirás, probablemente, feliz. Olvídate del cielo y del infierno. Ya estás en el cielo, ya estás en el infierno. Todo depende de ti. Tú guardas dentro un mundo lleno de posibilidades. Todas las posibilidades que te ofrece el mundo externo que tanto odias. Y ese mundo puede ser destruido. Entonces habrá llegado el momento de sonreír y bajarle los pantalones a los policías.

3/04/2008

[Fragmento]

Nuestras vidas parecen tener cada vez menos sentido. Parecen, por que todo lo que está a nuestro alrededor es pura apariencia para nuestros ojos. No sentimos nuestras vidas ni las de quienes nos rodean, sólo somos espectadores condicionados a los movimientos del espectáculo de la mega máquina. Vivimos si, pero vivimos con miedo. Y es con este miedo con el que decidimos hacia donde dar cada paso, dentro de los límites existentes.

Cualquier análisis para cambiar la realidad parte desde ella misma y, en muchas oportunidades, hacia ella se dirige. Por que no, no somos libres. No nos hace libres votar por un nuevo gobernante, ni por una nueva ley, ni mucho menos tener dinero para visitar al supermercado a diario. No, nada de eso. Solamente puede hacernos libres prescindir del orden y la autoridad, para empezar a actuar por nosotros mismos. Y esta claro que no somos libres, pero también que lo queremos. ¡Pero si todo el mundo lo quiere! Por que la libertad está de moda y es útil que exista como idea dentro de los parámetros que la imposibilitan. Y por que además es aun más esclavo quien se da por libre cuando no lo es.

Todos vivimos preocupados pensando en que el mundo no está caminando para bien. U otros, aún sin pensarlo, así lo sienten. Los grupos religiosos argumentan que hemos desobedecido el mandamiento de Dios y los grupos contra el consumo, que vivimos obedeciendo lo que nos propone la publicidad. Los anarquistas aún siguen pensando en como será algún día, en un futuro muy lejano, la anarquía y el demócrata recordando al candidato con mejor sonrisa de las elecciones pasadas.Todos viven preocupados, postergando sus vidas. Unos preocupados por cambiar la Realidad y otros por adaptarse a ella. El obrero vive lleno de aburrimiento contando las horas del reloj para volver a casa, pero también para tomar el bus, en el que se encuentran más obreros estresados y aburridos en dirección a la fábrica. Trabajar no es lo peor, al menos no, viéndolo del lado del desempleado preocupado por conseguir algún nuevo puesto de tortura. Pero no, error. Ninguno de ellos está buscando una sonrisa, todos quieren comprarla en algún puesto comercial. Lo peor es que son ellos mismos a quienes obligan a fabricarlas.

Bueno, por fortuna, también están los que hacen marketing en nombre del pueblo, en nombre de la revolución de los libros y las manifestaciones disciplinadas y reivindicativas. Si los grupos de poder tienen sus representantes en las sillas del gobierno, no imitar la misma estructura jerárquica podría ser peligroso. Y otra vez más de lo mismo. Se lucha para maquillar el sistema, para vivir los más cómoda y responsablemente dentro de sus cárceles de oro, no para acabar con él. Cuando se exigen mejoras salariales, por ejemplo, la vida no se mejora, pues se sigue parchando la miseria sobre la que esta se desenvuelve. Con dinero no se llena la vida, sino el estómago, el estómago del sistema de producción que chupa de nuestra fuerza de trabajo y de nuestro posterior consumo.

Al sistema de producción no le importa la clase de producto que esté en sus vitrinas, por que todo se puede publicitar. No le interesa que utilidad en nuestras vidas pueda tener, por que tampoco le interesan nuestras vidas. Le interesa que, lo que fuese, se venda. Las empresas están para vender y convertir todo en mercancía, la educación, la salud, los juegos, la alimentación, todo. De este modo es como es posible que se vendan, por ejemplo, animales cuya sensibilidad es aún más desarrollada que la nuestra, o que se les mutile y torture, ya que ello presupone una posterior ganancia económica. La finalidad de esta clase de actividades no es que los animales sufran, no en si misma, sino que ese sufrimiento sea proporcional al “goce” que los empresarios logren. Mientras a los veg(etari)anos el sistema digestivo se les retuerce al ver una pieza de pollo servido, otros tienen intensiones mayores, retorcer la totalidad del sistema de producción. Se puede vivir sin carne, claro, ya que ello está permitido por el sistema y además siempre que se reproduzcan nuevas formas de consumo y finalmente alimentar al mismo engranaje de sufrimiento global. Esa es toda la "libertad" que tienen aquellos que pretenden conformarse con la realidad, la que puede ofrecer el sistema: la comodidad de ser esclavo.

La exaltación del boicot no sólo es una actitud pasiva, sino que además perjudicial. No podemos empezar por prohibirnos cosas, cuando la idea es no tener límites. No necesitamos boicotearnos a nosotros mismos, que es lo que en realidad parece, pero si a la vida que nos han impuesto. Aunque, de todos modos, no es suficiente. Aislarse del sistema, ser un bolsillo menos, no es atacar el sistema. Si estamos dentro de él, en lugar de ser una pieza menos, preferimos ser un estorbo más. Aunque siempre lo ideal es que ambas cosas vayan de tomadas de la mano. Para ello hay que ser creativos, con lo cual estamos cumpliendo un objetivo más y vamos recuperando nuestras vidas con nuestras propias mentes y cuerpos, en lugar de seguir mutilándonos.

2/23/2008

Puedes continuar el camino, si es lo que realmente deseas. Claro, sigue caminando hacia el mismo destino de todos los días a realizar las mismas actividades de siempre: Saluda al maestro, al director, al auxiliar y siéntate una vez más en tu carpeta. Ya sabes todo lo que tienes que hacer. No te muevas. Mantén silencio. Tú solamente escucha con atención la clase, no importa que te aburra. Prohibido hablar, prohibido reír, prohibido jugar, prohibido pensar, prohibido ir al baño, prohibido respirar, prohibido, prohibido, prohibido. Si, en serio. Puedes volver a ese dulce e intachable infierno autorizado por el gobierno en el que te encierran durante 11 años en contra de tu voluntad.

Pero, bueno. También puedes detenerte a pensar. Por un momento. Pensar en ti, en tus sueños, en tus deseos, en tus amigos, en tus seres queridos. ¿Cuántas veces lo haces al día? ¿No haz pensado que todo momento es oportuno para decidir en tu vida? Por que es tuya, ¿no? ¿Alguna vez algún adulto te ha preguntado qué es lo que te gustaría realizar? O siempre te dijo: “Haz esto, haz lo otro. Es por tu bien”. Dicen que los niños nunca mienten. Así que solamente eres tú mismo/a quien puede decidir que es lo que más te satisface hacer. No puedes engañarte a ti mismo/a. En realidad, no importa que edad tengas, si eres, o no, un niño. Es momento de que todos abramos los ojos y que nuestros deseos y alegría se desborden por el mundo. Pero no, no lo haces, no lo hacemos. Tenemos miedo.

¿Por qué vives con miedo, pensando en que puedes equivocarte y evitando experimentar nuevas cosas? ¿Cuántas cosas que te gustan haz dejado de hacer hoy? ¿Quién o qué te lo ha impedido? ¿Cuánto de lo que haces te satisface? ¿Haces cosas que detestas? ¿No sería más fácil que cada quien hiciese lo que le guste hacer en lugar de imponer su voluntad a los demás? Seguramente si, pero tú eres menor de edad. Un débil e indefenso pequeño, dicen ellos, los adultos. Pregúntate qué sería de los profesores sin sus alumnos. Pregúntate que sería de los amos sin sus esclavos. Pregúntate que sería de los dueños sin sus propiedades. Pregúntate que sería del comerciante sin sus productos, sin su mercancía. Pues tú no eres ni profesor, ni amo, ni dueño, ni comerciante. Ojala tampoco aspires a serlo. Pregúntate qué cosa eres para ellos, qué significas realmente para el sistema educativo: Un producto que deben especializar para servir a la producción económica, una futura pieza para el funcionamiento de sus fábricas de sufrimiento. Ese es el destino que te han impuesto.

Pero, ya no nos engañan. Queremos que la vida sea un juego, una experiencia divertida, motivante y placentera. Ya no queremos castigos, ni obligaciones, ni autoridades. Ni mandar, ni obedecer. Simplemente jugar. Por que, no importa lo que piensen de nosotros, lo que quieren que seamos. Si ser maduro es adaptarnos a esta forma de vivir, convertirnos en una máquina obediente y sin vida, entonces no. Nos entercamos para recuperar nuestras vidas. No queremos crecer, queremos ser niños. ¡Queremos vivir la vida! ¡Involución cultural, ahora!

2/10/2008

Acerca de los “tecno-árboles" en Lima

No sabemos si la noticia que hemos recibido acerca de la implementación de tecnologías purificadoras de aire se trata de una broma. Pero, si así fuese o así lo hubiésemos sentido, cuanto menos nos hubiese causado gracia. Lo cierto es que, como se vienen dando las cosas, tenemos pocas esperanzas de que esto no sea cierto. Precisamente, el hecho de conocer la cultura y su aplicación material en todo lo que nos rodea actualmente nos hace confirmar estas especulaciones iniciales difundidas en el Internet y dudar que cualquier buena intensión se pueda esconder detrás de ellas. La ideología que sostienen los tecnócratas para mantener el actual orden de las cosas, en el cual se ven beneficiados económicamente, no puede ser menos desalentadora para quienes vinculamos el desarrollo de nuestras vidas con el desarrollo de la totalidad de la naturaleza, y no algo separado de ella.

Vale añadir que tampoco confiamos en todos aquellos buenos ciudadanos que defienden las mismas posturas antropocentristas y autoritarias. Es decir, la gran masa de consumidores ocupada únicamente en defender todos los intereses impuestos por el sistema y sus representantes. Ninguno de ellos pretende acabar con el progreso industrial, ni con el sistema económico que lo sostiene, por que tampoco quieren desprenderse de todas las pocas o abundantes propiedades que poseen o desean obtener. Y esto tampoco es algo que nos sorprenda mucho.

Para que esto no aparente ser una pataleta de fin de semana y tampoco un extenso discurso, intentaremos sintetizar algunas cosas que pensamos conveniente manifestar. Bueno, en realidad, también es una pataleta algo rabiosa e intentaremos que sea incesante, no sólo para este caso particular, sino hasta lograr sus objetivos anticivilizatorios.

La tecnología no soluciona el problema ecológico, lo empeora.

1. Toda creación de artefactos tecnológicos manipula el medio ambiente, sus ciclos naturales y la vida de sus habitantes, de un modo cada vez más irreversible. Pues para ello es necesario un largo proceso de extracción de minerales y de fabricación industrial, lo que a su vez implica la explotación de cientos de miles de habitantes en centrales mineras y jóvenes encerrados en centros de especialización y domesticación. Unos destruyen la tierra por necesidad y otros la artificializan por ambición.

2. El punto uno grafica cual es el punto en común sobre el que giran quienes sostienen el sistema y todo a su alrededor. Las necesidades impuestas por la economía mandan y los humanos obedecen. Cada quien tiene ya un rol establecido en la sociedad, sea quien controla la economía o quien la alimenta en base al trabajo. Todos contribuyen al progreso tecno-industrial que se muestra como negación al “progreso” de todos los seres vivos en conjunto y en constante interrelación. Vivimos el suicidio, y lo sabemos.

3. Luego de las breves reseñas anteriores parecería redundante cuestionarnos ¿Qué es lo que ha generado las actuales condiciones ambientales? Pues es posible que la respuesta, tecnología, se aparezca con rapidez en nuestras conciencias. Entonces, pasamos a preguntar ¿Quiénes controlan los medios tecnológicos? Y la respuesta será: Los mismos que se benefician con ellos económicamente. Los propietarios de industrias, fábricas y empresas se erigen sobre las ruinas del planeta, expandiendo su cultura y sus formas de comerciar la vida.

4. ¿Por qué los “tecno-árboles ecológicos”, “los bio-combustibles”, el reciclaje y las campañas educativas contra el cambio climático son promovidos actualmente? Por que los problemas ecológicos también afectan la economía de los empresarios. Y obviamente, también la vida de todos los seres humanos, y aunque parezca un motivo secundario, no lo es, pues sin productores-consumidores el progreso tecnológico y el desarrollo de la economía tampoco son posibles. Así pues, nosotros, y el resto de seres vivos, somos reducidos a mediadores para mantener un sistema que nos brinda comodidades. Y las comodidades nos están matando.

5. Los programas por la defensa del medio ambiente promovidos por las empresas además de ser absurdos e incoherentes, son productivas campañas de auto-publicidad para que la población confíe ciegamente en ellas. Entonces, el consumo no se reduce, sino que incrementa, por que el consumo basado en el desarrollo sostenible y la planificación educativa son valores aceptados con buenos ojos para las personas, pues sus relaciones, sus compras y dependencias institucionalizadas no se ven afectadas. Se mantienen y reafirman, pues las empresas, de la mano con la tecnología, son la proclamada salvación de la humanidad. Las ventas están aumentando.

6. Las tecnologías de tinte ambientalista son también una nueva fuente de negocio internacional, además que, como todo aquello que está colgado en vitrinas de supermercados, ha causado que la crisis ecológica empeore. Lo cual comprueba que la cultura basada en la posesión de bienes no ha cambiado. Cualquier implemento o propuesta de cambio promovida por instituciones de prestigio global, buscan que sigamos esperando que ellos nos solucionen los problemas que han generado pero que perjudicarán, tarde o temprano, a todos lo seres vivientes; por tanto, que sigamos manteniendo este sistema de producción y consumo de necesidades innecesarias. El cambio no lo van a realizar las instituciones del poder, pues lo que en realidad intentan ellas es eternizar esta forma de vida absurda.

2/02/2008

¿Grupos de afinidad?

1- Identifica las actividades que a todos les agrada realizar. Por ejemplo, jugar al fútbol, hacer u oír música, tomar gratis los panes del supermercado, no asistir a la escuela, hacer pintas y grafittis en las calles, dibujar cómic y anime o, simplemente, chismosear y vagar. Algo haz de tener en común.

2- Empieza por allí, comparte momentos. Por breves que sean, intenta realizarlos placenteramente. Vívelos. Pronto verás que la frecuencia incrementará sin necesidad de programar encuentros, sino espontánea y voluntariamente.

3- Enseña y aprende con la práctica. La teoría de la liberación puede estorbar cuando es momento de liberarse también corporalmente.

4- Realízate con un máximo de horizontalidad. Procura no mantener posiciones contrarias a las de tus amigos. Posiblemente las tengas en muchas oportunidades, pero competir le hace daño a cualquier relación social. Plantea tus posiciones como diferentes y alternativas, nunca como superiores o inferiores.

5- No se encierren en casas o locales. Invade las calles. Hay que descubrir los problemas de la vida cotidiana en la misma vida cotidiana.

6- Comenta constantemente tu insatisfacción con todo lo que te rodea. No te reprimas. Sé concreto, ataca la existencia de la autoridad. Cita ejemplos y experiencias breves, pero influyentes, sarcásticas y, en lo posible, cómicas. Verás que tus amigos se sentirán motivados para narrarte curiosas revelaciones de sus travesuras infantiles, educativas o laborales.

7- Todos hemos desobedecido alguna vez. Y hemos de recordarlo con buenos ojos, por que es así como hemos empezado a vivir verdaderamente. El hacer el camino de nuestra propia vida es imposible si antes no la recuperamos, por que recuperarla es hacerla.

8- Si tenemos un objetivo, es por que existe una situación concreta en la cual nos vemos aíslados de nosotros mismos. Esta situación es nuestra vida impuesta, nuestras obligaciones y responzabilidades. Y su destrucción se convierte en una necesidad, aquí y ahora.

1/24/2008

¿Te haz preguntado si todos los objetos que te rodean te son útiles, o si tú lo eres para ellos? ¿También tú eres un objeto? ¿Útil o inútil? ¿Tienes fecha de vencimiento? ¿Código de barras? ¿No? ¿Ninguna etiqueta visible o modificación genética? ¿Aún utilizas los pies para transportarte? ¿Cuánta iluminación eléctrica utilizas? ¿Aún llega a tu vista la orrenda lumonidad del sol? ¿Permites que los ríos y parques ocupen espacios que bien podrían ser utilizados para el tránsito de coches y cadenas de supermercados? ¿Cuántas horas pasas jugando, cocinando, teniendo sexo, durmiendo y demás cosas que atrasan nuestro desarrollo? ¿No te gustará perder el tiempo, verdad? ¿Prefieres charlar con tus hijos y pensar en lugar de dejarlos sentados mirando la televisión? ¿Ya haz pensado que si trabajas más puedes obtener más tecnología? ¿No? ¿Y tampoco estás bromeando? Entonces, sólo podemos decirte una cosa: Eres inútil.Tu existencia nos estorba. Por que no te hayas cuestionado lo anticuada y primitiva que es tu vida, deberías empezar a preocuparte. Te sugeriríamos que vuelvas a las cavernas, pero no hay muchos ambientes habitables para seres como tú. Por fortuna, nosotros nos encargamos de destruirlos. Pues también nos estorban. Pero, no temas. Este es tu día de buena suerte. Te proponemos venirte con nosotros. ¿Haz oído hablar acerca del progreso? Pues somos nosotros los que hemos venido a tocarte la puerta. Cada vez somos más los afiliados. No sabes lo contento que lo pasamos aquí. No sabes lo que se siente saber que todo está controlado, medido y fríamente calculado.

¿Te vienes, o no? ¿No desearás querer vivir aislado de nosotros, verdad? Pues, no pensamos presionarte. De ningún modo. Sólo que si no es hoy, será mañana. Eso está claro. Nosotros somos los dueños del mundo, y no en vano. Nosotros nos encargamos de que él progrese, que vaya para adelante. Venimos haciendo posible esto desde hace miles de años y no pensamos parar jamás. Es más, ni si quiera nos importa que ideología tengas o que religión profeses. Nosotros te damos libertad. Lo que importa es que contribuyas. Que trabajes para que la naturaleza deje de contaminarnos. El trabajo te hará libre. Con esto se beneficiarán todo aquel que forme parte activa de nuestra cada vez más extensa comunidad y también el mundo. Este mundo que hemos transformado para ofrecerte. No se diga más, ni si quiera hará falta de que tardes en buscarnos, aunque puedes hacerlo. Nosotros mismos iremos por ti. Por que te necesitamos y tú de nosotros. Adelante, ¡qué el progreso no se detenga!

1/16/2008

Correr, correr y correr. Correr con desesperación. El recorrido es asesino de caminos, de semáforos y cruceros peatonales. Hiperactividad mental. Destruyan cámaras y controles de vigilancia, acción. Que se desate el nudo de la inactividad y la pasividad. Correr hacia ningún lado. A sus marcas, listos, ¡ya! Correr, simplemente. Correr hacia correr.

Saltar, saltar encima de relojes. Matar el tiempo, vivir la vida. Matar mañana y pasado, y pasado mañana también. Matar el sueño asfixiante y saltar encima de él. Saltar hacia el suelo, hasta tragar barro, mezclar tierra y saliva. Florecer.

Bailar. Bailar solo. Bailar en los cementerios. Minutos de silencio. Bailar al ritmo del viento. Bailar hasta destrozarnos el cuerpo, ningún supuesto límite existe. Y si existe, acabemos con él.

Beber lágrimas, jugar con ellas. Y escupir sonrisas.

Esperanza, te hemos traicionado. Y nos alegra saberlo. Hemos perdido la fe en tí y también los papeles. No te vamos a esperar, por que mientras existas, mientras existas estaremos condenados a esperarte. Y ya nos hemos cansado de tanto, nos hemos cansado de ti. Nos hemos cansado de nosotros. Esperanza, si nunca te llevamos flores a la tumba, fue por que alguna vez quisimos de tu compañía. Ahora sabemos que no, que nunca te quisimos, por que eres la muerte de nuestros sueños.

Escupe sonrisas, escupe también a Esperanza.
¡La fiesta ha empezado!

1/04/2008

Odio

Odio a mis padres y que en lugar de respeto, generen miedo en mi. Odio tener que hacer las cosas que ellos quieren. Odio dejar de hacer las cosas que yo quiero hacer. Odio sus miedos, sus temores, sus tabúes. Odio su moral. Por cada padre, hay un niño muerto.

Odio la escuela y que me prohiban sonreir y subirme a la mesa. Odio el castigo, pero también odio el premio. Odio las condiciones, las reglas impuestas y los horarios. Odio el lenguaje que me prohiben manifestar, pero también odio el que me enseñan. Odio los cuadernos, odio los muros del salón. Odio la escuela, pero más cuando me recuerda a casa.

Odio el trabajo, por que la esclavitud reducida a 8 horas (o más) no puede ofrecerme ningún placer. Odio también el salario, fruto de mi sufrimiento y el de miles de otras personas. Odio al patrón, a quien controla la producción, a quien se adueña de mi vida, de mi tiempo, de mi inteligencia, de mi cuerpo. A quien me dice a que hora, como llegar vestido y que hacer en el trabajo.

Odio el sistema. Odio toda la maquinaria tecnológica que este genera y que simula provocar sonrisas en la gente. Odio a la gente que permite su humillación, a la que finje, a la que compra la sonrisa en el supermercado, aún sabiendo que todos somos víctimas de la rutina. Odio las necesidades que se inventan, para suplir, y suplir mal, necesidades que ellas misma no nos han permitido realizar.

Odio a quienes defienden el sistema que odio. Policías todos. Padres, maestros y psicólogos. Curas, presidentes y empresarios. Les odio tanto. Taanto.. que no saben con que pasión desearía construir un mundo totalmente distinto. Pero se que ese sólo puede realizar sobre las ruinas de este.

Probablemente, algún día de pronto, extrañaremos la Inspiración para incendiar el mundo que tanto odiamos. Pero yo, hoy, es lo único que amo.