7/30/2008

Antropocentrismo moderno

La búsqueda de la protección para la tierra es la acentuación moderna del antropocentrismo. Cuando un ciudadano común toma una perspectiva en favor de la tierra no está imaginando si quiera empezar una transformación en su forma de vivir, sino que tiene los ojos puestos todavía en su vida actual, es un perfecto realista, está con los pies en el cemento: “Necesitamos proteger a la tierra, por que de lo contrario, ¿a quién podremos dominar?, ¿cómo sobrevivirá la ciudad, nuestros lujos, nuestras comodidades, nuestra economía?”. Esto por que él sigue pensando que la vida consiste en la producción de mercancías. El ciudadano común considera que la tierra es una fuente de recursos, como lo es una fábrica, un conjunto de objetos más que existe únicamente a su servicio, que él es el dueño de todo. Así que no es raro que la destrucción de la tierra y el agotamiento de los recursos vitales para el mantenimiento de la ciudad sean temas que le preocupen. Lo cierto es que a los civilizados jamás podrá interesarles un cambio verdadero, por que un cambio verdadero implica que dejen de ser civilizados, y que absolutamente toda la maquinaria que ha sido producida por la civilización, todas las posesiones que los esclavizan, dejen de funcionar.

Y ellos no quieren que eso suceda, irónicamente están luchando para evitarlo. Ellos prefieren resolver algunos problemas de la civilización, los más visibles, los que moralmente son condenables en el propio lenguaje civilizado. Ellos dicen:

“Cerremos el caño, para que el agua (que le robamos a la tierra fértil y que modificamos para alimentar a nuestra ciudad que no produce más que cemento y plástico) no se agote. Plantemos más árboles (para que así podamos compensar los daños, tengamos prestigio y nuestra contaminación pueda seguir prolongándose. Obliguémosles a convivir rodeados de cemento, como adornos para nuestras grises ciudades). No tires papeles al suelo (por que eso evidencia el problema: esconde la basura en tachos, para que la ciudad se vea limpia, aunque no lo sea, y sea agradable estéticamente. Que sea un espacio deseable para vivir). Recicla (y cuanto más recicles nos evitas el problema de tener que deshacernos de la basura. Recicla, todo lo que quieras, pero nunca dejes de comprar, de seguir consumiendo. Eso nunca). No comas animales (pero consume productos –así no los necesites- que hayan sido fabricados a partir de su explotación pero que no lo hagan visible. Absolutamente TODO el sistema de producción está sustentado de la explotación: de la tierra y de todas las especies domesticadas, incluyendo la nuestra) consumirlos aumenta el agotamiento de agua (nosotros no somos los culpables, el culpable eres tú) los animales (tus mascotas) también sienten. Recuerda que cuando proteges la naturaleza estás protegiendo el futuro de tus hijos (y tus hijos serán el futuro de la futura sociedad civilizada, ellos también podrán progresar, la producción de máquinas podrá mantenerse y la sociedad industrial podrá expandirse ilimitadamente). Utiliza la bicicleta (entretente e imagina una vida sin coches, pero no olvides que debemos seguir produciendo tecnologías cada vez más depredadoras, estudia y trabaja para ello, incluso puedes acudir a tus centros laborales en bici) los médicos lo recomiendan, es saludable (y necesitamos que tengas un buen estado de salud para que sigas produciendo y consumiendo nuestros productos)”.

Esto es lo único que los civilizados, los ciudadanos más preocupados, generalmente grupos relacionados a proyectos por el cuidado del medio ambiente, nos dicen (y también lo que no, aquello que no suele revelarse, probablemente por la represión del conocimiento debida al temor al cambio o el hecho de ser vistos como incoherentes. Este aspecto, de la incoherencia, también es importante reconocerlo, por que nos insta a perseguir nuestros objetivos: no somos incoherentes por que nosotros lo deseemos así, sino por que la ciudad nos impone, de la manera más autoritaria y asfixiante, roles que son antagónicos a nuestros deseos y el desarrollo de la totalidad de la vida. La realidad no nos ofrece ninguna expectativa de vida, es opuesta a todo aquello que nosotros deseamos, merece ser transformada radicalmente).

Todos los argumentos, concientemente o no, de los ciudadanos están centrados en un objetivo común: mantener la civilización. Es lógico que para ello necesiten también que la naturaleza pueda beneficiarlos, ese es el único interés de la defensa del medio ambiente. En realidad, ellos están defendiendo SU medio ambiente, el que han creado: la ciudad. La civilización es un proceso destructivo, que tiene fin, ellos sólo quieren prolongar su existencia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Existen muy pocas personas que disfruten con la extorsión, con la conspiración previa a un golpe maestro, con el abstracto juego del vacile y el engaño. Ejecutando trucos y artimañas con la gracia y sutileza de solo algunos antiguos pícaros, piratas y abanderados de épocas remotas. Gente de prodigiosa inteligencia que se sirva de su habilidad, astucia y dotes de manipulación para vivir del trabajo ajeno; del esfuerzo del ignorante, del bruto, o del rico esclavista encumbrado en su pedestal de oro.
Gente que no solo sobreviva, sino también que se divierta a costa de los demás, riéndose del “rebaño” no mediantes simples insultos sin valor, sino utilizando frases irónicas y sarcásticas de doble sentido cuyo significado las “víctimas” no sean capaces de captar.
Personas que utilicen la palabra como cuchillo con el que enfrentar al descerebrado mastodonte que se interponga en su camino (aunque luego sea el descerebrado mastodonte quien lamentablemente salga victorioso).
En toda esta línea está por ejemplo el líder de una secta que adoctrina a sus adeptos conociendo sus propias mentiras; la persona que para asustar a otra se hace pasar por policía a través del msn, o bien redacta una denúncia firmándola como si fuera un órgano del Estado y la deposita en el buzón de su enemigo; o el ateo que se infiltra en una misa disfrazado de Sacerdote y lee un manifiesto de Nietzsche proclamando la muerte de Dios; o el grupo de amigos que en el metro empieza a chillar alegando que han visto una rata para ver cómo reaccionan los pasajeros; o alguien que se las ingenia para viajar gratis (o con pocos recursos) por todo el mundo; o la persona capaz de vender como si fuera una droga recién descubierta unos gramos de bicarbonato.
Y precisamente éste tipo de personas estoy buscando (mejor si son de Madrid o Barcelona); porque no importa lo que se haga, sino cómo se haga (y sobre todo hacerlo con ingenio y elegancia).

Ah_de_Dios@hotmail.com

La Imaginación al Poder.