8/09/2008

Somos víctimas. Somos víctimas por que aceptamos serlo, por que siempre le concedemos un saludo esperanzador a todos nuestros verdugos. Y, lo somos, mas aún, cuando, siéndolo, intentamos negarlo. Lo negamos pero lo afirmamos acomodando nuestras cabezas en la guillotina, una y otra vez.

Somos víctimas, vivimos como víctimas, pero aspiramos a ser verdugos. O, al menos, -siendo sensiblemente incapaces de poder cometer crimen alguno- nos seduce tener su poder. En una vida de guillotinas, o eres víctima o eres verdugo. Y nuestro error, si, es culpar únicamente a los verdugos. No por nuestra incapacidad para serlo, sino por nuestra capacidad para ser víctimas. Víctimas y verdugos; quienes no tienen poder, pero lo ostentan, y quienes se lo han quitado, luchan incansablemente por lo mismo: tener el hacha de la guillotina sobre las manos y no sobre el pescuezo. Al querer ser todos verdugos, es necesaria la existencia de víctimas. Las víctimas también aceptan tal necesidad, por que piensan como verdugos. Pensar como verdugos nos condena a vivir como víctimas. A todos.

¿Qué es lo que nos ciega?, ¿dónde se encuentra el punto que nos aleja de nosotros mismos y perpetúa nuestros roles?, ¿quién nos los impone, somos nosotros?, ¿nosotros luchamos contra nosotros?, ¿somos víctimas y villanos para nosotros mismos?, ¿somos nosotros quiénes tomamos el hacha y desmenuzamos la piel de nuestro cuello sin quitar la sonrisa del rostro mientras la sangre se riega por el suelo, salpicando sobre nuestros zapatos, gota a gota?

Sí, es evidente que lo somos. Ya no podemos negarlo. Nuestro presente nos acusa moviendo el dedo índice con desprecio. Pero este presente, ahora que empezamos a conocerlo, nos dificulta cambiar aquello que somos, por aquello que queremos, cuando empezamos a despreciarlo. Nos obliga. Mental y física, individual y colectivamente nos tiene chantajeados. Y no deja de mover el dedo.

No somos nosotros los que viven, nunca hemos vivido más que dentro del vientre. El resto de nosotros, lo que somos en el presente, no son mas que nuestros cadáveres realizando movimientos mecánicos y repetitivos. El proceso de socialización nos ha desahuciado. En nuestro presente el objetivo que perseguimos es el de cavar nuestras propias tumbas. Y ya es muy tarde para ello, pero todos lo consideramos indispensable, pensamos aún contar con vida, pero aún así, en lugar de vivirla preferimos asegurar el futuro: la muerte. Es ese nuestro rol. Todos lo hacen, el miedo es quien obliga, por que todos quieren proteger la muerte a la que llaman vida.

¿Qué es lo que diferencia a la vida de la muerte? Que mientras se está vivo la respiración circula de manera espontánea. Los muertos respiran por obligación. Los muertos no están activos, pero son productivos y tienen una o más de una utilidad. Tienen utilidad para el mantenimiento de un ambiente gris, como el actual; no para cualquiera. Los muertos son indispensables para un cementerio. Y los cementerios son indispensables para los muertos. Ambos se satisfacen, se apoyan mutuamente. Los muertos expanden el cementerio y globalizan ambientes propicios para el espectáculo de la guillotina. La expansión del cementerio permite la existencia de más muertos, la guillotina se la niega a los vivos.

Cementerio y guillotina; quienes protegen a los muertos y quienes los producen, ambos parecen tener vida pero se encargan de acabar con ella. Su fecundación es la muerte: seres vivos son convertidos en objetos productivos obligados a mantener y reproducir su especie, cumpliendo una cadena de roles en complicidad con más objetos. Causantes de la muerte, del espectáculo y su aceptación. Ambos determinan la dicotomía verdugo-víctima y víctima-verdugo. Las solidifican. Aseguran las ataduras. Afilan el acero de la cuchilla. Colocan firmemente todos los implementos y se disponen al sacrificio. El mundo aplaude. El primero en aplaudir será el siguiente. El mundo sigue aplaudiendo.

3 comentarios:

ro. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Gummy Bloom dijo...

¿Y por qué estamos muertos? Porque no lo sabemos. Si no sabes algo, no puedes cambiarlo. Y para saberlo, has de querer conocerlo.

Está bien vivir la vida, pero para vivirla al máximo necesitas, al menos, el ansia por saber más de lo que nos dan.

O eso pienso yo :)

Álvaro dijo...

"Desabrocha tu cerebro tan a menudo como la bragueta" - Mayo del 68